viernes, 4 de noviembre de 2016

Las largas noches de Elena (capítulo 30)

--No, Elena, eso es una verdad absoluta, llevo desde que descubrí accidentalmente que tenía una hermana, buscándote, ¡Quería saber quién eras!, ¿Cómo eras?, ¿por qué, no te había visto nunca?.
Observé el interior de esos ojos profundamente azules y me avergoncé por haber creído sentir algo por esta persona, miré por la ventana y la oscuridad de la noche me devolvió la negrura de mi interior, volví a sentir una profunda confusión.
 
Los ladridos de los perros me devolvieron a la realidad, retumbaban en el silencio reinante, nos miramos unos a otros y Alejandro raúdo se acercó a la puerta para averiguar cuál era el motivo de semejante alboroto, un componente de la seguridad acudió presto a informar, había una incidencia en la seguridad, pero aún no estaban seguros de en qué parte de perímetro.
 
Alejandro me cogió del brazo y me condujo hacia el sótano.
--Elena hasta que solucionemos esto, quiero que te quedes en el búnker, Manuel y tú, una vez cerrado sólo tú podrás darnos paso desde dentro, puedes comunicarte conmigo por ese móvil que tienes sobre esa mesa, no os preocupéis de nada, nadie os podrá sacar de aquí si no queréis salir, es completamente seguro, no os inquietéis, la seguridad es de guardia pretoriana y hay de todo para resistir un año sin salir de aquí.
 
Lo miré sin angustia pero con un agradecimiento que hasta ahora no había sentido, la puerta se cerró y tras ese parapeto quedé aislada del mundo a la espera de noticias, comprendí a los náufragos sólos y a la deriva, Manuel se sentó y su mirada fue de incertidumbre, se encogió de hombros.
Permanecimos en silencio durante mucho tiempo, sin saber qué decir, por fin Manuel rasgó la situación con sus palabras.
--¿Qué te parece todo esto?.
--¡No lo sé!.
--Estoy confusa, ¿ y tú?.
--Esto es......no sé, ¿Salimos y averiguamos?. Nos han enseñado a desconfiar y no nos viene mal tener algún control sobre la situación.
--Reconozco que la resurrección de Bruno me tiene sobresaltada y tan sorprendida que no entiendo nada.
--Estoy preocupado, todo es tan extraño, pero yo solo quiero permanecer a tú lado y correr la misma suerte, me sentí feliz  desde la primera vez que te ví y lo que decidas será también mi decisión, te seguiré hasta la muerte.
--Lo único que me falta es que aparezca la señora Bartán y entonces es que ya me arranco la piel a tiras.
--¿Quién es la señora Bartán?.
--La señora Bartán, la maté accidentalmente, fue un daño colateral, por lo visto era íntima amiga de la abuela, se creó una situación increíble y todo se complicó hasta el punto que cuando quise darme cuenta, yacía entre mis brazos con el cuello roto, fue muy triste pero se volvió loca,  ya dudo de la veracidad de lo que he vivido, no distingo la realidad del montaje.
--Salgamos de aquí, evaluemos la situación.
--¡Elena, espera! ¿Qué opinas de Alejandro?.
--No lo sé, pero ahora un hermano, me gustaría saber que tiene que decirme, la explicación a toda esta locura.
--¿Puede ser una mentira?.
--¡Puede ser!, pero vamos a llegar al final de todo esto como sea, ¿Estás de acuerdo?.
--Salgamos con mucha precaución.
--¿Dónde tienes el arma?.
--Arriba en el dormitorio, no me pareció adecuado bajarla a la cena, pero no volveré a confiarme, te lo puedo a asegurar.
 
Avanzamos en silencio, intentando percibir en medio del silencio nocturno hasta el más mínimo sonido que nos preparará para lo que pudiera suceder, la madera del suelo crujía bajo nuestros pies y en la lejanía se escuchaban voces ininteligibles, al salir al pasillo una sombra nos inmovilizó, intento defenderme pero me resulta imposible, pienso en la peor de las situaciones y me siento traicionada, Manuel manotea intentando defenderse pero estamos vencidos y lo mejor es rendirse, al menos en ese momento, el ruido del intercomunicador nos deja paralizados.
 
Continuará...

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